domingo, 20 de diciembre de 2009

Canción

La estrella de la noche me vino a saludar,
me turbó, dulcemente,
me dio un beso fugaz.


Me dijo:
- ¡Vamos, pequeño!
Vamos tú y yo a volar.
En mi nave de sueños,
te voy a perfumar.


Después, después...,
nunca sabré
por qué acudió,
por qué se fue...

De un planeta lejano,
donde no hay claridad,
en una noche incierta,
me vino a visitar.

Me trajo aquellos sentido
que hicieron despertar
sabores desconocidos
que me hacen suspirar.

Después, después...,
nunca sabré
por qué acudió,
por qué se fue...

Perdida en el espacio,
a cientos de años luz,
cayó en esta galaxia
mil grados hacia el sur.

En las noches sin luna,
la veo.
Un resplandor.
Mi pensamiento vuela,
a misterioso amor.

De verdad o mentira,
de extraña confusión,
como rosa de espina
mi tarta de limón.

... Y, un día, igual que vino,
su nave cruzará,
rozando mi destino,
yo la veré marchar.

Después, después...,
nunca sabré
por qué acudió,
por qué se fue...

Y pasarán los años .
Buscando, encontrará
su anillo tan preciado,
que le dará la paz.

Y se pondrá el vestido
añil,
de cielo boreal,
y pintará el rojo
carmín,
de sueño realidad.

Se quedará pensando,
una vez y otra vez,
-ya dueña del tiempo-,
qué más puede querer.

Pero, entre tanto cielo,
azul,
y tanta inmensidad,
la grieta de la huida
otra vez nacerá.

Y subirá
a su nave-luz,
dispuesta a recobrar
las cien lunas
de juventud,
que le hacen suspirar.

La estrella de la noche,
de nuevo, volverá.

Yo la estaré esperando,
soñando si vendrá.

Después...,
después despertaré.
Una ilusión
será otra vez.

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